Septiembre y su luz ha llegado. Siempre lo he amado, no me preguntéis muy bien porque, pero mi adicción irremediable a la melancolía me hace ser fan de este mes sobre los otros. El mes del fin y también del comienzo, el mes de las moras, de los zafiros, de las caléndulas, de la luz dorada y de poner a cero nuestros pecados. Septiembre viene en esta ocasión cargado de conflictos personales, vacíos existenciales y un grave cúmulo de incertidumbres. Ha llegado como una bofetada, sin dejar que me diera cuenta que el verano había pasado por mí como un suspiro superficial que da aire pero no llena los pulmones. Quizá esa sea la magia de lo efímero… quien sabe… Estos tiempos en los que nos sumergimos son cuando menos fatídicos para los que sufrimos de ánimo inquieto y septiembre en este caso, tampoco sirve de promesa de cambio, como sí lo hace para nuestras intenciones y promesas que aunque vanas, hacemos una y otra vez con la “rentrée”. La cosa está jodida, para que engañarnos con cuentos de princesas. No hay dinero para nadie, tampoco para curar las ansias de crear y porque no, de creer. Quizá pelear de esta forma tan estúpida contra molinos de viento a la manera quijotesca, no sea más que un buen entrenamiento para la que nos viene, pero a mí sinceramente me parece la forma más efectiva de gastar en vano, mi luz de hada. Y me agoto. Me agoto tanto que ni creo (en ambas acepciones), ni quiero, ni puedo, ni se, ni soy,… y hasta el humor me cambia, y ya nadie me reconoce, ni siquiera a veces, yo misma. Sin embargo, de repente aparecen cosas pequeñas que se convierten en grandes, como el Salitre de Pablo López. Una idea pequeña que se ha convertido en gigante, pasear la inquietud por las playas ha sido la mejor manera de hacer lo que en teoría no se podía hacer. Guerrilla como solución a otro septiembre gris y el DIY como la mejor manera de autogestionar las ansias, y lo efímero como reacción mágica a la barbarie. Este ha sido otro ejemplo más que no hay otra manera que hacer las cosas que así, galerías de guerrilla, la cultura como reacción al NO constante, al retroceso y a la nocultura existente, enseñada y aplicada en este “país”. Autogestión y guerrilla como éxito, supongo que no nos queda otra, pero sin embargo, pese a quien le pese, esto, sigue sin consolarme. Pero mientras, no hagan como yo, no se entretengan en lamentos ni en pasear la melancolía, simplemente disfruten del Salitre y de septiembre, porque probablemente haya pocos placeres mejores que dejarse sazonar por el salitre de septiembre.

 
Salitre: material fotosensible from desdelacroa on Vimeo.