Entre #paraísos y #vísceras


Pazo de Oca

Hace una semana decidí acercarme al Photobook Club que se celebraba en la Galería Dispara de A Estrada. Era un compromiso que hacía varios meses que quería cumplir, no simplemente por disfrutar de una agradable charla en torno al fotolibro, sino que también me apetecía visitar Dispara y hablar un rato con Tono, quien con primor y una maravillosa predisposición la regenta y que siempre te recibe con los brazos abiertos. Preparé una pequeña huida que incluía paradas en Oca, Santa Cruz de Ribadulla y pequeños pueblos nunca antes visitados por mí, y el día fue genial. Paraísos pequeños y cercanos, lugares que habitar y conocer.Una vez más el tópico era cierto; siempre lo más cercano es lo que menos conocemos, valoramos y visitamos. Comencé el viaje parando en pequeñas placitas adornadas con palcos de música que parecían haber sido sacados de una película de Tim Burton y escuché pararse el tiempo en una pastelería perdida que a mi parecer, es la mejor del mundo. Disfruté mucho de conocer una parte del país que no conocía y a raíz de este día me he hecho la promesa de huir más a menudo a lugares cercanos. Mi amiga Rebeca a menudo se ríe cuando me acompaña en mis paseos por Madrid y me planto aleatoriamente como un niño pequeño que pega la nariz a los escaparates y mira con avidez el interior. Normalmente esta infantil maniobra la acompaño de una exclamación que ya es un clásico para nosotras: “Esto es el puto paraíso”. Y es que paraísos hay muchos. Tantos que ni siquiera somos conscientes, son paraísos los escaparates que encierran librerías, tiendas de diseño y modernadas varias, como los pastos impolutos y los pequeños bares de minúsculos pueblos a los que aún no he ido. El paraíso, es aquello que habitamos con júbilo y eso es algo que todavía tengo que recordarme a veces. La incapacidad de encontrar un paraíso, y en consecuencia de vivir con júbilo una realidad, no radica en la edad, ni los problemas, ni en la familia, ni en aquello que podamos imaginar, sino que radica en estar enfermos de ansías. A menudo hablo de esto con María y nos maravillamos al ver como la incapacidad para habitar paraísos, nace de nuestras ansías por hallarlos. Sin embargo, yo el sábado encontré un paraíso recoleto y pequeño lleno de grandes promesas encuadernadas, “el paraíso de los libros” que Tono ha creado en Dispara. Allí podría pasarme media vida, sentada en el suelo y escudriñando las estanterías, llenándome de odio, decepción, alegría, miedo, ilusión,…y experimentando todo el ajuar de emociones que los libros encierran. Dispara es mi particular Wonderland aunque yo no sea Alicia. Iniciamos el Photobook Club entre unos pocos. El tema, “Animales” mi libro French kiss, el invitado Xulio Villarino y sus Space Kittens, colección de 9 libros sobre la pérdida de las 9 vidas del gato que Kalev Erickson está llevando a cabo. Para mi gusto la reunión fue genial, un deleite ya quecharlar sin ningún fin de algo que te gusta, es sin duda uno de los placeres que en algún momento Philippe Delerm debería incluir en una de sus minúsculas dosis de placer. La mayor parte del tiempo se lo llevó charlar sobre la obra que Xulio presentaba, desde mi punto de vista la manufactura es impecable, un libro-joya, pero si es cierto que el tema a mí me creo cuando menos, controversia. Xulio argumentó que sus imágenes de gatos eviscerados en la carretera le atraían por su estética, por las manchas que producían sobre el pavimento y como éste con sus destellos parecía una nebulosa. Es cierto que la composición de las imágenes es maravillosa, y las fotos tienen una factura impecable, pero la forma en que contó como conseguía gatos muertos y como los colocaba a su gusto en el asfalto a mí no dejo de inquietarme y en algún punto, me pareció macabro. Sé y soy consciente de que enfrentarse al dolor y la muerte, siempre ha creado grandes debates y tabús desde los inicios de la representación fotográfica, han corrido ríos de tinta y créanme yo aún no sé si tengo un criterio ecuánime y acertado, porque como en todas las sensaciones relacionadas con la esencia más íntima del ser, opinar, es cuando menos, muy difícil. En casos como este, escuchar al autor siempre ayuda, los motivos a veces hacen lícitas ciertas licencias, pero en este caso, la idea de normalizar la muerte por medio de imágenes desagradables de vísceras, a mí no me convence. La clave, quizá esté en una pregunta que se le lanzó al autor en la reunión: “¿Si fueran humanos atropellados también harías el trabajo?” El autor respondió que seguramente no. Esta negativa me lleva a intentar saber cuál es la diferencia entre un gato y un humano eviscerado. Probablemente para el fin que persigue el trabajo, un humano crearía una bonita colección de estéticas manchas, con lo que sería lógico que ocupara algunas páginas de su trabajo, sin embargo el rechazo a emplear imágenes de atropellos a personas nos lleva a pensar que quizá en el fondo existe una conciencia por parte del autor que hay algo oscuro en el tema y que lo que sí está bien para los gatos, no lo está tanto para las personas.A mí entender esto es una doble moral que cae en su propia trampa. He de decir que no puede ver la mayor parte de las imágenes porque se me hacían demasiado duras. Con todo esto, la tarde fue de lo más agradable, y la charla con Xulio, productiva y muy interesante, ahora estoy intentando hacerme con este macabro juguete que he encontrado por pura casualidad en la red y que estoy segura que le encantará, ya que es un tipo encantador.      

Dispara