Mi otoño como versa el título de esta entrada, desde hace más o menos un año está plagado de kilómetros y sensaciones que a veces alcanzo sosegada y otras a salto de mata, ya que intento acudir a todos los eventos que puedo dentro del Outono Fotográfico y no en calidad de apoyo a las iniciativas (que también) sino por mero interés personal, ya que como siempre digo en estas líneas, de lo que más me nutro es de la visión y experimentación del trabajo de otros. Ver, ver y ver es lo que me da la capacidad y las ganas de seguir con mi propio camino. Por lo que bajo estas premisas, este sábado me puse rumbo A Estrada con dos compañeros de Lumen, ya que se inauguraba “Livres” la preciosa convocatoria en la que Tono Arias una vez más puso el 150% de su trabajo e ilusión. La exposición recogía una buena cantidad de libros de autor de todos los tipos y formatos, unos pequeñas joyas en formato papel de autores ya otrora consagrados e idolatrados, y otros meras fotocopias de un barullo de fotos recogidas en forma de cuaderno como era el caso de mi “iPhonesía”. Unos imaginativos, otros valientes, sencillos, sesudos, pero todos luciendo grandes en una escenografía que si no era perfecta, cerca estaba de estarlo. Para los autores, hablo por mí, un orgullo compartir estante y lugar con trabajos ni siquiera soñados para mi humilde quehacer. No voy a citar ningún trabajo en particular, ya que todos son dignos de mención y de una dedicación mínima para pasar sus páginas y entrar en otros mundos. Si no me creen, pasen por allí, hagan una excursión, disfruten de la Galicia interior y pasen la tarde deleitándose entre esos objetos en peligro de extinción que son nuestros adorados libros. Apuren, que aunque por lo menos tendrán la ocasión hasta las navidades, el tiempo siempre se echa encima, se lo digo por propia experiencia.